Así de bonito es el dorado atardecer en Ávila, donde he pasado unos días junto a mi padre haciendo chapucillas en casa de mi abuela. Lo cierto es que a pesar de que no paramos de currar, ora podando la parra ora pintando la tapia, lo he pasado bien compartiéndolo con mi padre. No tengo muchos recuerdos "haciendo cosas" con él, menos durante tanto tiempo, así que he disfrutado, dentro de lo que cabe, de esa experiencia tan americanizada de pasar tiempo padre e hijo haciendo una chapuza común (ponga aquí la que prefiera: arreglar un coche, pintar, construir la casa del árbol...) Castigados como Tom Sawyer a pintar la valla de la tía Polly.
Además he vuelto con un montón de cosas ricas de la carnicería de Cesar! :D